Aunque por el nombre de Churrín de la Mocha da la impresión de ser una especie endémica de aquella isla, no es así, ya que también se encuentra en el continente, en todas las zonas boscosas desde el sur del Maule hasta Llanquihue e isla de Chiloé. Sin embargo, en la Isla Mocha es muy abundante.
Durante el invierno de 1957 en Santo Domingo (paralelo similar al de Santiago), A. W. Johnson escuchó en una espesura aislada, y luego vio, a un Churrín de la Mocha que huyó rápidamente. Es el registro más norteño para esta ave aunque fue un caso aislado.
Similar al Churrín (Scytalopus fuscus), pero de tamaño notablemente más grande, se le encuentra entre la espesura de los grandes bosques en donde camina por el suelo, rascándolo en busca de alimento de forma semejante a como lo hace una gallina, siendo incluso posible escucharlo. En cambio su andar es silencioso y debido a su plumaje gris oscuro, es fácil confundirlo a primera vista con algún ratoncillo. Su grito más común es un ruido áspero similar a «Chek-chek-chek» extremadamente repetitivo.